jueves, 29 de abril de 2010

Tema 10: El Artista del Barroco

El viejo continente maduró en su Edad Moderna y se multiplicaron los países, reinos, y así los conflictos. La visión filosófica y mental del Relativismo se introdujo en un alma europea humanística y culta. Poco a poco, y sin detenerse, se fue gestando la sensación de búsqueda, previa al nacimiento de cualquier estilo artístico. Comienza el Siglo XVII, el de las luces para España, el de las sombras para un pueblo que soporta las epidemias y la tensión bélica. (Imagen: Hospital de la Sangre, actual Parlamento de Andalucía, en Sevilla durante la peste de 1649)
                                       
En el ambiente artístico, el Renacimiento había calado hondo en los países europeos, y el Manierismo, con su libertad creativa y su profundo sentimiento de distorsión de realidad, había mostrado a los artistas un camino desconocido: analizar la naturaleza y sacar las máximas posibilidades dinámicas. Con toques inarmónicos se hacían obras atractivas, rozando lo imposible, a punto de quebrar el equilibrio sereno que necesitan los ojos de los humanitos. Pero este latir anticlásico, abofeteado por los críticos y olvidado por los historiadores, es considerado el auténtico caldo de cultivo del Barroco, sobre todo en lo referente a la representación formal de los personajes y a los campos de color. A todo esto hay que sumar que el lenguaje clásico, heredero de la Antigüedad romana, estaba gastado, repetitivo y espeso. La Historia del Arte necesitaba un cambio, un estilo más intuitivo y sensual.

La Iglesia occidental europea estaba inmersa en las guerras de religiones contra los países reformistas luteranos, considerados intrusos en la Europa a las puertas de la Ilustración. Holanda representa certeramente la nueva religiosidad, y la forma de vida urbana, moderna y laica. La Iglesia católica apostólica y romana, comandada anteriormente por Carlos V, el concilio de Trento y los generales militares, e impulsada ahora por Felipe IV y su Contrarreforma (política y artística), sacudirá los pilares del Arte anterior y presentará obras religiosas, usadas como vehículo de propaganda ideológica, resaltando aquellos puntos que la diferenciaba del Luteranismo o el Calvinismo, ya sean elementos de la liturgia, la Eucaristía o en escenas como el Leviatán.
El Siglo XVII despierta en el terreno de la estética con una sensación confusa de cambio. Ese cambio que genera un grupo de artistas italianos y que se difundirá por el resto del continente, se caracterizará por la arriesgada y palpitante apuesta de crear un mundo distinto en los cuadros y esculturas. Los personajes, que son ahora más populares y creíbles que nunca, viven en un espacio mágico de luces y sombras, de diagonales y movimientos, un mundo parecido al nuestro pero sutilmente inventado por las manos y los colores. La Arquitectura, ayudándose de las nuevas técnicas y de estudios cada vez más complejos, se vuelve plástica, exuberante, ecléctica, personal y, sobre todo, se vuelve más orgánica, menos racional que en el Renacimiento.

La popularidad del Arte en estos momentos tiene mucho que ver con el impulso que le ofrece la Iglesia, necesitada de iconografías sinceras, que se conviertan en parte de la memoria colectiva. Así nacen la Semana Santa o la Arquitectura vernácula, que llenaban las calles y vaciaban los edificios por unas horas.
El caso es que los artistas supieron crear el clima adecuado, se adaptaron a las necesidades de sus religiones, y decoraron los palacios y salones de los monarcas absolutistas. Vivieron la Corte, bebieron el licor de la fama y probaron la narcótica eternidad que se derrama de los lienzos firmados. Fueron considerados genios, igual que sus antecesores del Cincuecento.
Pero es cierto que se pueden observar características peculiares en cada región, teniendo gran culpa de esto la personalidad de los artistas y las escuelas que van creando en sus ciudades.
Italia es el origen de este estilo artístico. En Roma, Maderna, Bernini y Borromini protagonizan uno de los capítulos más significativos de experimentación y rivalidad. Cada uno programaba la curva o la recta en sus entablamentos de manera distinta. Cada uno construía con materiales más o menos nobles los edificios del tercer despertar de la ciudad eterna. Los dos primeros culminaron el gran teatro eclesiástico del Vaticano, la portada a los pies de la cúpula de Miguel Ángel y la plaza en la que desemboca la avenida del puente. Y Borromini con su peculiar carácter y su vida humilde, eleva las líneas de la arquitectura al panteón de la belleza.
En escultura sobresale Bernini que, de nuevo para los papas, talla el mármol viejo de su tierra para descubrir el dinamismo de escenas con altas cargas emotivas, llenas de tensión y fugacidad.
Los Carracci decoran las estancias de un modo clásico y mitológico, presentando los personajes alejados de lo terreno, destellantes de luz plana y constante, siguiendo así el camino trazado por los artistas del Cincuecento. Y Caravaggio inventa el Tenebrismo, cubriendo sus cuadros de magia. Los hombres y mujeres que viven en sus pinturas han sido inspirados por la naturaleza, como robadas de un espejo y enfrascados en una realidad paralela que percibimos. Artista polémico en vida, de carácter agrio y con una hoja en el libro del arte.

Francia utiliza el barroco para sus intereses políticos, así construyen Le Notre y Mansart el Palacio de Versalles, y se inaugura la historia del jardín europeo. “El Rey Sol” ingenia todo un escenario monárquico, lleno de lujo y de “horror vacui”, un ejemplo destacado es la Galería de los Espejos.

El empuje de la Contrarreforma viene de España y Flandes. En la península ibérica, la escultura (sobre todo la imaginería) y la pintura reflejan el sentimiento religioso desde múltiples vías: las tallas mesuradas de Gregorio Fernández y el sufrimiento recogido de Martínez Montañés, los volumétricos monjes místicos bañados de blanco de Zurbarán, las mujeres y niños sevillanos encarnados en la Virgen y el Niño, que tan popular se hicieron y tantas escuelas interpretaron, de Murillo. La teatralidad de Valdés Leal y sus paisajes calavéricos, los ascetas tenebristas de Ribera, y la aportación de Velázquez, crucial momento de encrucijada entre colores gruesos y libres, pincelada entusiasta e imaginativa, y una composición creativa que invita a entrar en la pintura. Sus fondos neutros y su obsesión por el sfumato nos recuerdan una cita de Pablo Picasso: “al final…pinta la pintura”. Rubens, en cambio, desde el norte del Imperio español decadente, crea mitologías fantásticas y retratos psicológicos muy modernos.

Holanda será el entramado de vivencias personales. Artistas como Rembrandt, Vermeer o Frans Halls utilizan la sociedad burguesa y laica como trampolín de sus libertades. Rembrandt es uno de los grandes, uno de esos melancólicos y bohemios que caminan por el recuerdo. Sus cuadros son un espectáculo visual sin precedentes. Con una pincelada que vibra, combina colores y se inventa una luz emergente y desconocida. Vermeer utiliza la cámara oscura y tiñe sus interiores burgueses de una pausa que nos hace viajar hasta Piero della Francesca, y con un aspecto muy fotográfico, de líneas diluidas y una luz salpicada. Las telas de Halls, por su parte, son espontáneas y con una pincelada larga y temblorosa.

El Arte Barroco, podemos concluir, es el resultado de la genialidad de un grupo de seres humanos que consagraron su virtud y su esperanza a la locura de enfrentarse a un trozo de tela, a un bloque de mármol, fundiendo algo llamado bronce, o dudando ante un plano, para sacarle verdades a la vida, para agitar las fibras quietas del espectador, que hoy... sigue admirando sus obras.

martes, 20 de abril de 2010

Tema 9: El artista en la Italia del Renacimiento


Europa, abanderada por Italia,  se mira al espejo de la historia a finales del Siglo XV. Un espíritu nostálgico, en búsqueda de un nuevo camino vital, salpica todo el panorama artístico. La Gramática y la Poesía comenzaron este empeño de cambio y la Arquitectura y las Artes Plásticas lo culminaron. 
Florencia en el Siglo XV y Roma, con un fenomenal despertar en el XVI, imaginan un mundo artístico mirando atrás, al pasado clásico de Grecia y Roma antiguas.
El Humanismo, en primer término, con una inquietud e investigación exhaustiva de las obras antiguas, el Historicismo, fomentado por las excavaciones arqueológicas, el Coleccionismo que propugnan  los “Studi humanitas” y Familias burguesas, la conciencia colectiva de cambio, acrecentada por el descubrimiento de nuevas tierras y el nuevo sistema mercantilista, y el Neoplatonismo, crean el marco ideal de este nuevo sentir de la belleza y la formas.

Los artistas gozaron de su burbuja laboral en gremios organizados ya en los siglos anteriores, pero ahora en Italia, el mundo de los artistas sufre una división: los artesanos seguirán un rumbo, atendiendo a promotores menores y enfrascados en las normas gremiales, y por otro lado, una élite de artistas creativos, que se sienten protagonistas de la Historia del Arte y que establecen un diálogo directo con la antigüedad griega, helenística o romana, desembocando en una modernidad formal, iconográfica y filosófico-simbólica. Estos últimos, entre los cuales se encontrarán nombres fundamentales del Arte, serán protegidos por el papado y los mecenas civiles, ambos centros de poder en la Italia cristiana de las Ciudades-Estado, amarrando la libertad al espíritu cristiano y mitológico antiguo que empapa casi toda la producción artística en estos siglos.
Tres conceptos explican este nuevo despertar: la perspectiva lineal y atmosférica, el espacio unitario y la armonia entendida como la expresión ideal de la belleza intangible.
Brunelleshi en arquitectura cuatrocentista fue el primero en tratar los problemas de la perspectiva. Su intención era crear un método a través del cual el Arte representara la visión humana, poniendo al hombre (Antropocentrismo heredado de la Antigüedad) en el centro de la obra de arte, creando un espacio ilusorio donde reina la armonía, conseguida con la superposión de módulos y puntos de fuga. La proporción humana del arte, por tanto, marcaba  otra vez las manijas del reloj de la Historia.

La siguiente vuelta de tuerca la da Rafael en el Cincuencento clásico. En obras como “La Escuela de Athenas” dispone las masas de personajes en una escalinata, organizados armónicamente,  y el fondo  de arquitectura volandera  crea un lugar creíble a pesar de su evidente toque mágico imposible. Quedaba inaugurado el episodio atmosférico de la perspectiva. 
El Espacio Unitario era la manera de disponer los volúmenes (Arquitectura) y los personajes (Escultura y Pintura) ante el ojo del que los mira, inventado un nuevo mundo artístico, claro y transparente, mucho más ordenado racionalmente que en la Edad Media. Massaccio, Alberti o Ghiberti emplearon esta directriz en sus obras. Y Mantenga, Piero Della Francesca o Bramante alcanzaron niveles altos de conexión total con la belleza ideal, mediante volúmenes potentes y espacios directos.

La belleza que busca el artista en este momento responde al filtro neoplatónico que late en el pensamiento renacentista. Boticelli, siguiendo a Savonarolla, o Miguel Ángel con la “Terribilitá” que imprime a sus figuras con ejemplos clave de esa mirada hacia el ideal no perceptible, pero existente.
Leonardo da Vinci funciona como bisagra entre las fases del Cuatrocento y el Cincuecento. Partiendo de un estilo cuatrocentista y, con la fantástica locura de intentar diluir los contornos, crea el “Sfumato” para darle un aspecto visual parecido al real que capta el ojo humano. Los paisajes oníricos y el constante misterio (temático, iconológico y representativo) que envuelve a todos los aspectos de su pintura marcan su leyenda.  
   
Este grupo de creadores, que vivieron el vaivén político de Florencia y Roma  y que observaron el avance de la Ciencia, inauguran la nueva concepción del artista. Ser genial, a veces incomprendido o atormentado, que tiene revoloteando entre sus dedos la nueva estética y que utiliza el Arte como vehículo estético y de comprensión del hombre.
Venecia en este sentido acentúa la pintura de carácter clásico profano con un sentido de la armonía puramente cromático. A través de múltiples tonos, de un impulso revolucionario y de una eléctrica y vigorosa pincelada, consigue cuadros llenos de gracia y calma. Giorgione, Veronés, Tiziano o Tintiretto colgaron de las paredes flotantes de Venecia las obras que influirán enormemente en aspectos fundamentales del Barroco posterior.

El manierismo será el último coletazo de la mirada melancólica por el mundo antiguo. Como momento histórico, se entiende como reacción anticlásica y  como expresión artística es original, transgresora y base para el atrevimiento posterior del Siglo XVII. El diálogo con el pasado se hará en este periodo mediante las obras de la generación anterior, es decir, las obras de arte realizadas por los grandes maestros del Cincuencento que a la vez es el resultado del estudio del pasado helénico. Por eso la mirada es más indirecta, influenciable y distorsionada. Lo que sí es de mucha importancia es la introducción en pintura de los efectismos propios de este “estilo”, ya sean los escorzos, los colores estridentes, el dinamismo de los grupos y figuras, los detalles secundarios y la desconexión con esa belleza ideal, para buscar otra más sorprendente y superflua.
Italia con el Renacimiento se resarce del paso inexorable del tiempo medieval y homenajea a su pasado, inventa y discute su presente, desvelando su futuro sobre planos valientes, cúpulas imposibles, golpes marmóleos de cincel, y techos y lienzos reflejos de la búsqueda y la investigación.

Comentario histórico-artístico de obras de arte

Para analizar una obra de arte es necesario seguir los siguientes pasos:

A) DETERMINAR

- Tipo de obra: (arquitectura, ecultura, pintura, relieve)
- Título:
- Autor:
- Fecha:
- Localización:
- Estilo:

B) ANALIZAR

- Contexo histórico:

- Técnica:

· Forma:
· Método:
· Descripción:

- Simbología:

C) CONCLUSIÓN (Otras cuestiones)

- Otras obras y autores importantes:
- Papel del artista en el periodo histórico:
- Posibles debates historiográficos:

(Parte de este modelo de comentario ha sido tomado del profesor Juan Diego Caballero. Su blog "aprendersociales.blogspot.com" está colgado en "Otros sitios sobre arte")