"Están allí, pintadas en las paredes y en los techos de las cavernas. Estas figuras, bisontes, osos, caballos, águilas, mujeres, hombres, no tienen edad. Han nacido hace miles y miles de años, pero nacen de nuevo cada vez que alguien las mira.
¿Cómo pudieron ellos, nuestros remotos abuelos, pintar de tal delicada manera? ¿Cómo pudieron ellos, esos brutos que a mano limpia peleaban contra las bestias, crear figuras tan llenas de gracia? ¿Cómo pudieron ellos dibujar esas lineas volanderas que escapan de la roca y van al aire? ¿Cómo pudieron ellos...?
¿O eran ellas?"
("Espejos. Una historia casi universal." Eduardo Galeano.)
El misterio envuelve este gran pasado remoto y largo que supuso nuestros orígenes. Las primeras manifestaciones artísticas aparecen ligadas al lenguaje, a las creencias mágicas de estos hombres y mujeres, y a la expresividad temprana de algunas personas especiales, que emplearon su tiempo y sus metáforas.
Es cierto que no hay arte sin emoción, pero tal vez estas manos y animales, así como los signos extraños que los acompañan, muestren el nacimiento del espíritu analítico, además de creativo, la necesidad que tienen los humanitos de cambiar "su alrededor", sea cual sea su finalidad y significados.
¿Jefes de tribus? ¿Chamanes? ¿Hombres, mujeres, niños? Los primeros artistas.
Nuestros abuelos lejanos que pintaron esas cuevas, los que manejaron las piedras antes de que fueran objetos artísticos, esos ancestros nos hablan cada vez que nos detenemos a mirar sus creaciones.
Pero a nosotros ya, no nos suenan sus voces...